No encontré rosas para mi madre (Peccato mortale) - Piero Piccioni
Un modo di essere donna
En la primavera de 1985 el realizador Francisco Rovira-Beleta acudió al programa de Cine de Catalunya Radio “Esmorzar amb diamants” y tuve la ocasión de preguntarle cómo se desarrolló su colaboración con el músico italiano Piero Piccioni en “No encontré rosas para mi madre”. Quedó en principio extrañado ante la pregunta pero en seguida reaccionó calificándola de excelente, en el sentido de que le envió todos los bloques musicales después de haber leído la sinopsis del guión y si haber visto una sola imagen rodada... Pero que la cosa funcionaba perfectamente.
Esta anécdota es muy reveladora de la gran profesionalidad de los músicos de esta etapa dorada del cine italiano, y en especial de un compositor elegante y excelente, unido siempre a las carreras de Francesco Rosi y Alberto Sordi, pero también a coproducciones inolvidables como “El ojo del huracán” y “La luz del fin del mundo” que brillan con luz propia gracias a la belleza de los temas creados por Piero Piccioni.
“No encontré rosas para mi madre” (Peccato mortale, 1972) pertenece a la mejor etapa del compositor, en la que también brillan títulos como “Bello, honesto, emigrado a Australia, quiere casarse con chica intocada” o los films televisivos “Anna Karenina” y “Le sorelle Materassi”.
Además constituye un catálogo inmaculado de su célebre estilo musical formado por dos temas principales, el de los créditos con piano y orquesta constituído por una elegante melodía que en seguida adquiere características de leitmotiv, y un segundo tema más ligero y frívolo, con aires de bossanova para secuencias de viaje, susurrado por una sensual voz femenina. Junto a algún bloque dramático de rigor, el resto de temas hasta llegar a los 17 de esta partitura son variaciones maravillosas de los dos principales que indican su dominio de la instrumentación y orquestación.
“Un modo di essere donna” (1973), inédita en España, es un film de Pier Ludovico Pavoni que versa sobre las primeras experiencias sentimentales y sexuales de dos amigas. La instrumentación es aquí más rockera en algunos de sus 11 cortes, pero brilla también la belleza de su melodía principal que rápidamente queda en la mente del espectador y la voz femenina habitual acompañando la melodía de otros bloques. Un CD por tanto necesario ya que cubre una parte importante en la discografía del maestro y cuyos 76 minutos proporcionan un grato placer a los innumerables fans de la música de cine italiana.
Joan Padrol