Di che colore e il vento Un solo grande amore - Franceso De Masi
Cualquier aficionado a la música de cine que haya reparado en los trabajos de Francesco De Masi no puede dejar de defenderlo y reivindicarlo. Con una extensísima filmografía, con más de doscientos veinte títulos, en su persona se fusionan las dos mejores virtudes del compositor cinematográfico: La gran capacidad melódica y el dominio de todos los estilos musicales. Romano de nacimiento (11-01-1930) estudió en el conservatorio de Santa Cecilia y también en Nápoles: "Estudié en el conservatorio de Nápoles. Mi profesor fue Bixio, un gran compositor que también hacía música para películas. En una ocasión tenía que ir a Roma para hacer la música de una película y me dijo que le acompañase. Era el año 1949. Fuí con él y comencé a aprender a escribir música de cine, con la moviola, con los tiempos y las condiciones que requiere la imagen".
En 1955 se traslada a Siena para asistir a unos cursos y estando allí se encuentra con Angelo Francesco Lavagnino, que estaba impartiendo un curso de música de cine. El veterano compositor, adivina las virtudes y el talento del joven autor y se convierte en su tutor."De él he aprendido como se hace la música de cine. Componía con una precisión absoluta. Ni un segundo de más ni un segundo de menos. Cada música se componía exactamente para la escena, con su duración exacta. Fue una suerte para mí estar con Lavagnino, porque aprendí su método de trabajo y lo he aplicado a todos los films que he hecho. Cada fragmento musical se hacía para la escena a la que debía acompañar". De Masi se dedica durante varios años, de forma casi exclusiva a la realización de música para documentales.
El joven discípulo es introducido en el círculo de compositores cinematográficos del país, conociendo a todos los grandes nombres de la época. Se trataba realmente de una gran familia de autores -tan diversos como bien avenidos- que marcaron toda una época de esplendor en la música de cine. La admiración de Francesco De Masi por Ciccognini, Rota, Masseti, Nascimbene, Rustichelli y un sinfín más, sigue siendo permanente porque de todos ellos recibió apoyo, enseñanzas y consejos que jamás olvidaría y ante todo la sensación de pertenecer a un grupo de gente talentosa que lo protegía: "Había una gran cantidad de músicos extraordinarios: Lavagnino, Maseti, Cicognini, Rota, Nascimbene, Rusticheli... Todos sabían hacer muy bien su trabajo.
Eran grandes músicos y tenían un gran reconocimiento público. Al principio sentí un cierto miedo al entrar en este círculo, pero ninguno de ellos tuvo nunca un mal gesto hacia mí. Les conocí a todos. Yo les llamaba "maestro" y de repente me contestaban "¡como maestro!, mi nombre es Nino". Era Nino Rota... Yo tenía veintinueve años y ellos habían inventado la música de cine, porque fueron
los que pasaron del cine mudo al sonoro. Rota me llama un día y me pregunta "¿qué película estas haciendo?, cuéntame el argumento". Se lo cuento y me dice "que música has pensado". Se lo explico y me dice "bien, me parece bien"... Nascimbene, un día, estando en la Fonoroma me dice he oido que estás trabajando en una nueva película ¿que has compuesto?". Se lo explico y me dice "me gusta"... Era una forma muy agradable de trabajar".
Sus primeras composiciones para el cine documental como "Il Ponte dell Universo" (1956) o "Il Cielo Bruccia" (1956) ambas supervisadas por Lavagnino, denotan un nteligentísimo uso de la paleta orquestal. De hecho es un género -el documental- muy presente en toda su trayectoria posterior, con títulos prestigiosos como "Ti-Koyo e il suo Pescecane" (1962), "Alla Scoperta dell´Africa" (1966) y "Alla Scoperta dell´India" (1967). En 1957 conoce al director Folco Quilici, un especialista en cine documental, que le propone componer para sus trabajos, iniciando una larga y fructífera relación que el compositor todavía recuerda: "El último paraiso, de Folco Quidici, me cambió la vida.
Siempre había trabajado para Lavagnino, pero a partir de aquí hice una gran amistad con Quidici y realicé con él quince documentales. En 1958 fuimos a Argentina, para rodar "De los apeninos a los andes". Durante ocho meses estuve estudiando la música de la zona, y los instrumentos con los que se interpreta. Estuve durante todo el proceso de rodaje, viendo la película en la moviola. El resultado fue muy bueno y el film además tuvo un gran éxito en su momento. Aún hoy se sigue programando en televisión". Otros grandes logros fueron "La Casa de las Palomas" ("Un Solo Grande Amore", 1972), rodada en España, y dirigida por Claudio Guerin (que como el propio De Masi nos recordaba murió poco tiempo despues, al sufrir un accidente en el rodaje de su siguiente película) cuya romántica partitura subrayaba la rivalidad amorosa de las protagonistas Lucia Bosé y Ornella Mutti, y más cercana a nosotros está "What Colour is the Wind" (1984) con una estructura monotemática, de elegantes orquestaciones, en la que instrumentos como el piano y la viola adquierieron una importancia suprema.
En la parte final de esta larga conversación con él, le preguntamos en que género ha trabajado más a gusto: "Me gustan todos los géneros, tanto las películas de romanos, como el western o el policiaco. Lo que siempre he buscado es buenas orquestas y buenos solistas. (...) He trabajado siempre con mucha seriedad, aunque intentando pasarlo bien, pero haciendo un trabajo serio".
Finalmente le comentamos si con todos los inconvenientes y las circunstancias, a menudo difíciles, en las que ha trabajado para el cine, realmente ha valido la pena dedicar su vida a este medio. La respuesta es toda una declaración de principios que, junto al comentario anterior, creemos define a la perfección al hombre y su obra: "Sí, realmente creo que ha valido la pena. Porque lo importante siempre es el espíritu con el que haces el trabajo. Si estás trabajando con la idea de que estás perdiendo el tiempo, realmente lo acabarás perdiendo. Si estás haciendo tu trabajo con dedicación y esfuerzo, y queriendo hacer las cosas lo mejor posible, nunca será una pérdida de tiempo. Componer para el cine ha sido una experiencia muy importante en mi vida. Además, el cine tiene una característica que no hay que olvidar: escribes la partitura hoy y la puedes escuchar mañana. Pocos compositores en el mundo tienen una posibilidad como ésta. Se te ocurre una solución instrumental, la escribes y al día siguiente la compruebas y puedes decir si era una buena solución o no. A veces hubiese trabajado gratis".
Germán Barón - Juan Angel Saiz