Quando le donne si chiamavano madonne - Giorgio Gaslini
Edwige Fenech es una de las estrellas del cine erótico que se realizó en Italia desde finales de la década de mil novecientos sesenta y que se extendió hasta bien entrada la de los ochenta. En el año 1972 fue la protagonista de cinco películas. Entre ellas se encuentra “Quando le donne si chiamavano madonne”.
La historia está ambientada en la Edad Media y se desarrolla en un pequeño pueblo italiano, en el que una mujer casada es acusada de adulterio, por lo que debe defenderse ante un tribunal y convencerles de que su infidelidad está justificada.
La película pertenece al género de la comedia y juega con un tono bufo en el que la banda sonora cumple un papel fundamental. Y lo hace tanto para acompañar la historia principal de la mujer adultera como la trama secundaria de diversas historias de seducción, que permitían visualizar en pantalla escenas eróticas.
Giorgio Gaslini plantea su composición a partir de un tema principal melódico, atractivo y fácil de retener por el espectador, en el que tiene especial importancia la sugerente y bella voz de Edda Dell’Orso.
La guitarra, el clavecín y la percusión proporcionan a la partitura un ligero color de música antigua, al que contribuye el hecho de utilizar un grupo orquestal reducido, en el que se puede percibir con claridad la aportación de cada instrumento.
La flauta dulce y el violín contribuyen a crear una sensación plácida y agradable al que escucha la música, mientras que en el film la banda sonora se acopla a lo que acontece a los personajes y permite disfrutar de forma placentera de las escenas que se van sucediendo en pantalla.
El tono cómico que se pretende conseguir en buena parte de la cinta tiene también su complemento en algunos de los bloques musicales, que incluso sin necesidad de las imágenes consiguen despertar en el espectador una cierta sensación cercana y complice, próxima a un sentimiento “pícaro”.
No faltan algunos cortes más incidentales, necesarios cuando la acción se desarrolla por terrenos un poco más dramáticos, en los que la música proporciona un color de misterio e incertidumbre, que complementa lo que vemos en pantalla.
Estamos pues ante una composición de gran belleza, que posee un tono dulce y directo y se queda en la mente del oyente desde la primera escucha, gracias a un trabajo preciso tanto en los temas vocales como en los instrumentales.
Muestra además toda la capacidad melódica de un Giorgio Gaslini que procedía del mundo del jazz y que supo aportar al cine un modelo de música diferente al de su trabajo habitual, siendo siempre un buen complemento de las imágenes además de una magnífica música para su escucha en disco.
Juan Ángel Saiz
